miércoles, 28 de noviembre de 2018

Capítulo 396 "Como una libélula"

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"Una ficción"
Así que la conocí en un sitio de citas, sí, os he mentido, A TODOS, descaradamente, hete acá Marina, la mitómana. Y no me vas a decir que vos no mentís nunca porque ahí ya me estarías mintiendo. ¿Está muy tapado el inodoro, Ana? ¿Cómo es que sabés vos de destapar inodoros? Tan pulcra y rubia y bonita que se te ve. Escuchame, fue el Gordo, morfó más de lo que debía. Todos, mujer, todos escondemos alguna miseria, si no, no seríamos humanos, las miserias nos hacen humanos, contradictorios e interesantes. ¿O no? Yo intentaba olvidarme de Ella, de la Gitana, consejo de Antonio Gala, pero no podía lograrlo, dolía y no me acostumbraba, miraba todos los días, a cada rato el whatsapp, a ver si se había conectado, a ver si había cambiado la foto, a ver si estaba en ese momento en línea, a ver si alguna vez lograba mirar y que ya no me importara. No tenía gran cantidad de pacientes así que mucho tiempo para pensar, para pensarla. Por otra parte Antonio estaba delicao u ocupao o harto ya de verme así que no podía refugiarme de nuevo en La Baltasara. ¡Que pa tanto no!

Afuera había un solazo padre y yo sola. Encerrada. Embolada. Embotada. Emputecida y dolida. Ahí fue que pequé. ¿Por qué no?, me dije, necesito humanos normales que me capturen la atención, que me saquen del pozo, ya que no puedo sacarme yo, y me armé una cuenta en el Tinder. Elegí dos o tres fotos más o menos pasables y allá fui, atravesando todo tipo de prejuicios. Pasé dos o tres días que no me animaba a poner nada a nadie, porque había seleccionado SÓLO MUJERES. Había oficialmente, o casi, aceptado mi nueva condición de género degenerado, a ver qué sentía, a ver a dónde terminábamos. Miraba y miraba chicas, algunas me gustaban, otras no, hasta que vi su foto, sentada en un silloncito, con el perro a su lado, se la veía tan tranquila, transmitía esa energía que me atrajo al comienzo, cuando nos fuimos a comer después de la conferencia de Escohotado; las apariencias engañan, y las energías también.


Junté coraje y le puse un corazón. ZAC. Con toda la vergüenza del mundo. ¡Mirate haciendo semejante cosa, Marina! Y pasados tres o cuatro minutos me salió un enorme cartel: ¡Match! Casi me muero. Eso significaba que ella también me había corazoneado, ya no había vuelta atrás. Entonces me aterré, cerré todo al carajo y me fui a hacer otra cosa, no recuerdo qué, posiblemente me refugié en algún libro. Pero al otro día enfrenté, como suelo. Abrí la aplicación y ella, más valiente que yo, había puesto: Hola. Así empezamos a charlar hasta que nos pasamos los teléfonos. Y nos íbamos a ver ese viernes pero me enteré de la conferencia del Gurú, entonces le conté, como para cambiar la cita de día, pero me sorprendió, se vino conmigo a verlo al Gurú, rauda y veloz, festejando el imprevisto. ¿Cómo no me iba a enganchar si se adaptaba de lo más tranquila “a lo que venga”, libre y frugal, como una libélula? Pero… (Sigue)

Continuará...


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