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El psicoloco. |
Ella es exactamente igual a tu madre. Su manejo, su manipulación, su ego, nada le importa más que ella misma. ¿Qué? ¿Mi madre? ¿Qué tiene que ver mi madre con una muchacha que viene a casa, se fuma un par de porros y se pone paranoica? Todo. Piénsalo, Marina, ella es IGUAL a tu madre. Me quedé en silencio, recostada en el diván, tratando de unir a la malagueña y a mi madre, porque el puto psicólogo me salia con esta buena nueva que me sonaba harto descabellada. Y la has sacado de tu casa porque ya estás más que acostumbrada a esas escenas, Marina, tu madre hizo eso siempre, pensar en ella y no en los demás, llamar la atención desde su enfermedad, ¿no me has dicho que se tiraba al suelo en cualquier parte? Eso no es depresión, Marina, eso es histeria, tu madre es una histérica y tú te buscas ese tipo de personas, hombre o mujer, te enganchas con ellos, gente que nunca está en paz, insatisfecha eterna. ¡Pero ella no es así! Mi madre era así todo el tiempo, esta chica se puso así cuando fumó, ella no-- ¡Esa es ella, Marina! Fumar deja salir al verdaderos ser, ¿me comprendes?
El tipo siguió hablando pero yo dejé de escucharlo. Era más bien contradictorio lo que me decía porque si mi madre había sido así y era un calvario yo debería buscar gente opuesta a eso, la malagueña lo era, aparentemente, parecía una chica muy tranquila, centrada, cero neurosis, en paz con su vida y su ser… eso me había atraído de ella, su energía “agua de estanque”. ¿Para qué iba a buscarme a alguien igual a mi madre? ¿Para seguir volviéndome loca (más)? Me parecía un boludo, el psicólogo de Málaga, pero en algo sí acertó, en el enganche, en el imán que soy para este tipo de personas, debe haber en el mundo mucha, muchísima gente que es tranquila y equilibrada, sosa, en una palabra, pero yo termino enganchada siempre con aquella que no lo es… me lo estaba demostrando de nuevo, me había enganchado, no podía dejar de pensar en ella, casi obsesivamente, desconozco la línea que oficializa la obsesión de la no obsesión. Le miré el Facebook dos horas, ella también lo había hecho, me lo confesó, me había mirado todo de pe a pa, pero yo traspasé ese límite, el que no se debe, la chica me inspiraba, había reemplazado a mis musos, de un momento a otro, con todo lo que eso significa, había desterrado de mi cabeza a la Gitana, al Loco, pensé en escribirle y contarle, que iba a volverse personaje de la saga, inevitablemente, que no podía contra ello, pero me iba a decir que no, seguro, como hizo el Poeta en su momento, nos da miedo contar nuestras miserias al mundo, aunque eso sea lo que te hace libre, animarte a gritarlo a los cuatro vientos y que se vayan todos al carajo. Sabía que iba a decirme que no entonces no pude más que pecar, con todas las consecuencias que eso podía acarrearme emocionalmente: la volví personaje, pixelada, pero personaje al fin...
(Sigue)Continuará…